miércoles, 25 de julio de 2007

A bordo del naufragio


Todo junto. Frenético pasar de tristezas y soledades. Aunque se tengan 20 años se puede ser una persona sin suerte, que no encuentra su lugar en el globo. La vida ni mucho menos es feliz, ni una bendición de Dios. Alberto Olmos, relata a modo de diario sin respiración, sin un segundo de descanso, dos días en la vida de un joven sin nombre que acude diariamente a la universidad siendo un peón más en la linea institucional del Estado. Siempre en última fila, sin dar sensación de existencia, convirtiéndose en un ente de ficción que poco o nada tiene que dar al mundo.

Paranoias varias, depravación, tristeza, soledad; todo se une en un cóctel con un sabor a derrota, aunque como le pasa al protagonista, nunca se pierde si nunca has intentado ganar nada. Con un estilo a veces molesto para el fluir de la lectura, te va rescatando de las primeras páginas, para que ya no puedas dejar de leerlo. Su historia comienza en el caos y termina en el caos. El mundo no se mueve mientras nuestro protagonista no para de andar, de divagar y de suicidarse mentalmente.

Obra maestra para paladares contemporáneos, donde se cita a Tzara, al maestro Onetti, Humphrey Bogart o Baudelaire. Alberto Olmos hace honor a lo que se conoce como "novela pre-desconstruida", y no lo hace nada mal, oye.

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