martes, 24 de febrero de 2009

'la frenética soledad' (V y última entrega)



Ya estamos en Murcia. La iluminación dista mucho de la de la capital. Las luces están mucho más ordenadas, con más criterio. Todo tiene su sentido en mi ciudad: sus calles, la gente, tú. Sin embargo, me encuentro perdido en ella. Es una sensación extraña. Como cuando hablabas y el silencio recorría tu cara y me quedaba mirando tus ojos. Te encuentro mil veces en todas sus pequeñas calles y no vienes a saludarme. Voy a un bar, te veo con tus amigas y nuestra reacción son dos besos. Tras ellos, sigo mi camino hacia delante, sin mirar. “Mañana hablamos”, me dices suavemente al oído.

Y ese ‘mañana’ llegó tan rápido a nuestro hoy que no pude contenerlo. Son las cinco de la tarde y pongo rumbo al bar que nos vio nacer. Llego muy rápido, con la respiración desenfrenada. Abro la puerta, me cuesta más de lo normal. Me siento a tu lado.

- Siéntate enfrente…mejor –dices con calma.

Y en ese preciso instante comenzó todo: tus decisiones cortantes, tus ideas claras. Sobraron mis palabras cuando lo escuché:

- Estoy con Jorge. Lo tengo claro. Ni ahora ni nunca has sido importante para mí. Por un día creí que podría estar contigo. Pero esto se acaba aquí. Lo siento.-dijiste.

Me levanto. Taquicardia. Vuelvo a respirar difícilmente. Tropiezo con la camarera. La miro. Le quito la mirada. Salgo corriendo. Me pateo la mitad de la ciudad. Gran Vía. Alfonso X. Juan Carlos I. Llego al ‘Puente de los Peligros’ y bajo por su escalinata. Rezuma hedor. Mi corazón palpita vertiginosamente. Vuelvo a subir las escaleras. Mejor desde arriba.

Corro por el carril bici. Los ciclistas me quiebran, intentan no adelantar mi final. Sigo respirando cortadamente. Las lágrimas empiezan a aflorar. Si je touchais le fond. Al primer kilómetro mis piernas fallan. Mi brazo derecho también. No lo siento. Mi corazón se empieza a apagar. Me tambaleo. Lucho por no caer. No quiero caer. Ya no estás. No quiero caer. Mi corazón se para. Caigo al río. El agua fluye. Mi vida acaba. Los finales terminan llevándoselos la marea. Cierro los ojos. Comienzo a descansar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonito relato, cuenta algo q le ha pasado a casi todo l mundo, x desgracia, el hecho de querer y no poder, de por mucho que intentes fracasar, aunq nunca hay rendirse, xq nunca se sabe...
Que dificil es decir amor y q t respondan amistar
Supongo q la cancion de este relato seria->
Pienso en aquella tarde... Pereza;
Sigue escribiendo
Eddar Stark ;)

El hombre de la ciudad del sueño dijo...

Señor Stark de Invernalia, gracias por sus consejos y por su tiempo...espero verle pronto....XD

Anónimo dijo...

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