Me llamas a las tres de la madrugada. No había podido dormir y las sábanas ya buscaban el suelo sin importarles mi protección del frío. Alcanzo el móvil con la mano derecha y se me resbala. Me sudan las manos y me apetece no cogértelo y dejarte con tus líos y tus inseguridades.
Pero pulso la tecla verde y escucho tu apremiante voz. Me preguntas si aún estoy ahí, si me sigo largando cuando le veo las orejas al lobo. Nunca quise ser así, nací tramposo en estos temas y cada día se me hace más y más cuesta arriba no pensar en ti. Pero estás lejos y ahora quieres vivir tu vida.
Creo que he malgastado todo el tiempo que he intentado ayudarte, darte mi apoyo, levantarte de las patadas y de las humillaciones. Creo que he dado más de lo que te merecías y ahora te sientes sola, en un playa desierta, lejos del mar y de la arena, sin vida, sin patria....en tu condena.
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