Hubo un silencio desterrador. Me asiré a la pena cuando pueda, pensé. Pero todo se convertía en un silencio monótono, rutinario, de los que nunca cesan. En otros momentos tiraría la toalla y volvaería sobre mis pasos, de la misma manera que vine, con la cabeza agachada y sin una ilusión.
No me quedaría aquí por ningún motivo, sólo por trabajo. El trabajo ni me hará libre, ni me hará sonreír. Me apetece no tener complicaciones. Estar como yo quiero aquí y ahora. No es tanto pedir. El mundo es un lugar injusto y cruel en el que no me siento nada identificado.
Espero no empezar a pensar en tí como un loco. Eso demostraría mi poca entereza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario